Reseña histórica de
Luis Vargas
Tejada
Luis
Vargas Tejada además de su pasión lírica incursionó exitosamente en la
vida política, logrando destacarse como ferviente orador y escritor de
artículos periodísticos con un marcado tinte de oposición al régimen
bolivariano. En 1828 resultó elegido diputado a la Convención de Ocaña
por Bogotá y después
lo escogió el ex-vicepresidente Santander para que
lo acompañara como secretario en la legación colombiana ante el gobierno
de los Estados Unidos. Para entonces Bolívar se había proclamado
dictador y Vargas Tejada se manifestó como uno de sus enemigos más
decididos mediante escritos periodísticos. También se valió del teatro
para concitar odio y animosidades en contra de Bolívar, y para excitar a
los pueblos a la insurrección. Al efecto dio a las tablas el monólogo
escrito en verso sobre el suicidio de Cayo Porcio: Catón de Útica. Esta
pieza tuvo gran boga; la aprendían los colegiales de memoria y la
representaban, está obra es considerada la inspiradora de la llamada
noche septembrina.
No contento con escribir, puso en práctica sus ideas de rebeldía. Se
cree que en su habitación tuvo lugar la reunión que celebraron los
enemigos de Bolívar, en la noche del 25 de septiembre de 1828. Ante el
fracaso del golpe contra Bolívar, Vargas tuvo que huir; burlando las
pesquisas y estrictas vigilancias que se efectuaron para su captura, el
día 19 de octubre llegó a un paraje solitario de la región. Era un
montecillo en medio del cual había un gran peñasco y debajo de éste, un
hoyo que servía de nido a los gallinazos, la famosísima cueva por él
bautizada "De la resignación", con cuyo nombre ha pasado a la historia.
Desde allí compuso las obras que repercutieron en la vida literaria de
Colombia, en forma de composiciones sueltas, y de la tragedia Doraminta
que se desarrolla en los días de la conquista y en el territorio de la
Guayana. Esta pieza estuvo inédita durante un siglo, pues sólo en 1928
la publicó por primera vez Santa Fe y Bogotá.
Compuso también las piezas tituladas Sacresazipa de que existen algunos
fragmentos; Witikindo citada por él en la poesía A mi lira y La madre de
Pausanias, un monólogo que se conserva impreso, del mismo género y
tendencias que el de Catón. Tradujo además el Demetrio de Metastasio y
parte de la comedia de Goldoni que lleva por mote Il vero amico. El
Parnaso transferido es el nombre de otra obrilla de Vargas Tejada que
permaneció inédita hasta 1914, año en que fue publicada en el suplemento
literario de Sur América, interdiario bogotano, por el doctor Adolfo
León Gómez.
El 8 de diciembre de 1829 después de 14 meses de encierro en la "Cueva
de la resignación", salió de ella acompañado de un peón dirigiéndose
camino al Meta, para bajar por el Orinoco y pasar a Venezuela. Llegó al
caudaloso río Pajarito. Vargas dirigió su cabalgadura y se lanzo al
torrente, para cruzar hasta la rivera opuesta, fue arrebatado de su
caballo por las aguas, sin embargo, Tejada pudo sacar de las alforjas un
rollo manuscrito y llegar nadando hasta una piedra que emergía en la
mitad del río, luego del paso de una ola grande y negra, el agua
arrebato el poeta, aunque hay otras versiones acerca de su muerte.
La aparición literaria de Luis Vargas Tejada, ocurrió en los instantes
en que la gesta colombiana alcanzó su apogeo. Luego al sobrevenir la
decadencia y los azares de una catástrofe anunciada, se apagó también la
voz de quien parecía iba a ser uno de los primeros altos cantares
nacionales
Las convulsiones
El popular sainete Las convulsiones fue producido a principios de 1828,
una composición con marcada influencia francesa, de ingenio regocijado,
picante con frecuencia y de acabado realismo. El 7 de junio de este año
se representó por primera vez en el teatro Coliseo de Bogotá. El éxito
de la pieza fue inmediato y las representaciones se sucedieron no
obstante la tirantez política entre civilistas y bolivarianos. Poco
después se imprimió un folleto en la imprenta de don José Antonio Cualla,
tal como se había puesto en escena. En 1851 se hizo la segunda edición;
en 1857 se incluyó en la colección de poesías de Vargas Tejada,
publicada por el señor Ortiz, y, por último, en 1899 la Biblioteca
Popular volvió a reimprimir Las convulsiones en uno de sus tomos.
El principal propósito de su autor fue ridiculizar una plaga social, y
para mayor facilidad escribió el sainete en verso, desechó el romance
octosílabo y redondilla, y escogió los endecasílabos pareados, una
métrica poco apropiada para el diálogo, por su ausencia de flexibilidad.
El tema inspirador de Vargas Tejada no fue exótico, sino más bien
popular, basado en una ridícula costumbre de la época en la cual las
mujeres solían sufrir de ataques nerviosos de manera real o fingida,
contra esta manifestación colectiva se dirigió principalmente la obra de
Vargas Tejada y de ahí su título.
Vargas Tejada, de temperamento independiente y muy personal, se apropió
de obras ajenas haciéndolas tan propias que su obra entera es totalmente
suya. En efecto, no sólo se inspiró para escribir Las convulsiones en el
drama de Lope de Vega El acero de Madrid, sino que imitó su argumento
principal. A su turno, la obra del gran dramaturgo español había sido
aprovechada por Molière para componer Le médecin malgré Iui, que tradujo
al castellano en 1814 don Leandro de Moratín, con añadiduras propias, y
bajo el título de El médico a palos. Pero aquel sainete de costumbres
siempre vivirá en nuestra dramaturgia, como fiel reflejo de una época; y
se leerá y verá representar con agrado por los colombianos, a causa de
la sal cómica que puso su autor para satirizar los vicios sociales de
sus conciudadanos.
Luego de la creación de la Nueva Granada, se decidió promover el auge de
las doctrinas culturales, el teatro no estuvo ausente en la vida
republicana del país: inicialmente se propuso su apoyo como una
herramienta más para el progreso cultural del país y de los ciudadanos.
En los años 1831-1839, la compañía dramática nacional más importante fue
la del bogotano Juan Granados, este empresario y actor principal dio
gran importancia a la dramaturgia colombiana y latinoamericana, puso en
escena obras de Luis Vargas Tejada: Aquimín, Sugamuxi y Las
convulsiones, además de otros dramaturgos granadinos. El éxito de estas
presentaciones y las posteriores catalogan a Luis Vargas Tejada como
"piedra fundamental del teatro colombiano".
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